Tiene sentido lo que cuenta José Martí desde más de 13.000 kilómetros de distancia: “Le sacan fotos a los tatuajes y todos toman mate”, resume el tucumano, ex futbolista y actual Embajador argentino ante la Federación Mundial de Minifootball (WMF, por sus siglas en inglés). Desde hace meses, junto al santiagueño Raúl Abdala —DT del equipo—, viene trabajando para este momento. Mañana, desde las 9.30, la selección nacional debutará ante República Checa en el Mundial de Minifootball, que se jugará hasta el 1 de junio en Bakú, Azerbaiyán. En el plantel hay tres tucumanos: Martí como dirigente, Francisco Ruiz y Matías Gasperini como jugadores.

Cristian Jiménez, otro integrante del plantel, describe la experiencia con asombro. “Estaba jugando al ping pong en el hotel y se acercaron voluntarios de la organización para filmarme: tengo a Maradona, a Messi y el escudo de mi club de Salta en la pierna derecha”, contó. El evento, que se realiza cada dos años, reúne a 32 selecciones y representa el máximo torneo de esta adaptación moderna del fútbol tradicional, jugado en canchas reducidas y con reglas específicas. Es la primera vez que Argentina participa como campeona mundial del fútbol 11, y la expectativa en torno al equipo es tan grande como la curiosidad que despiertan sus jugadores.

Los protagonistas viven el momento con serenidad, conscientes de que están cumpliendo un sueño muchas veces postergado. “Sinceramente, no me imaginaba jugar alguna vez para la Selección Argentina. Es un sueño cumplido”, afirma Gonzalo Nieva, tucumano que hace cuatro años se fue del país. Tras pasar por Córdoba y ahorrar lo suficiente, cruzó el océano y logró meterse en el circuito internacional. Hoy, con 38 años, integra una categoría Máster, como la mayoría de sus compañeros, muchos de los cuales soñaron desde niños con representar al país.

Ruiz, de 24 años, vive su primera experiencia mundialista. Tuvo una carrera semiprofesional en clubes italianos. Su convocatoria fue celebrada incluso por su club actual, el ASD Gagliano, cuyo presidente lo ayudó económicamente a viajar a Azerbaiyán. “Trabajo como pastelero y cocinero en un bar, y vivo en Nicosia, un pueblo en las montañas de Sicilia. Pasé por muchos trabajos hasta llegar acá. Esta oportunidad significa muchísimo para mí”, cuenta el jugador nacido en Chuscha.

Cabe destacar que la competencia no está vinculada a la FIFA. La WMF es una organización independiente con sede en Giubiasco, Suiza. No existe conflicto con la entidad que preside Gianni Infantino, y de hecho se considera que este tipo de torneos colaboran con el objetivo de masificar el fútbol en nuevas modalidades.

Bakú vive por estas horas un verdadero clima mundialista. Los hoteles están colmados y adaptados para recibir a las delegaciones. Estas se reparten por toda la ciudad, un fascinante cruce entre arquitectura antigua y modernidad lujosa. Todos los partidos se jugarán en el Estadio Nacional de Gimnasia, un recinto techado con capacidad para 10.000 personas.

“Que hayamos ganado el amistoso no suma mucho”, explicó Martí sobre el ensayo ante Ghana en la cancha auxiliar del hotel. “Sirvió para seguir conociéndonos entre nosotros”, agregó. Ese es uno de los principales desafíos del equipo argentino: muchos jugadores se conocen por primera vez. En Europa existen ligas formales de minifútbol, y eso les da ventaja a otras selecciones. Abdala, el DT, tuvo que hacer una intensa tarea de scouting a través de herramientas digitales, con entrenamientos y reuniones virtuales.

Una convocatoria que no se imaginaba

Matías Gasperini, otro tucumano en el equipo, es un ejemplo de este proceso. Fue seleccionado gracias a sus videos y referencias enviadas desde España, donde juega en CE Canyelles, de Barcelona. “Las herramientas que tienen son fundamentales y muy diferentes a las que pueden haber en Tucumán. Lo bueno que tenemos nosotros es que salimos adelante como sea porque ese es el espíritu argentino”, remarcó Gasperini que se crió en Villa Belgrano, muy cerca de avenida Mate de Luna y América.

Como la mayoría de los 14 compañeros, él se ilusionó en su provincia de nacimiento, en Europa se consolidó y en Bakú quiere ser campeón mundial con Argentina.